En Nápoles, bajo el tolerante rey Carlos III de Borbón, destacaron Antonio Genovesi, Ferdinando Galiani y Gaetano Filangeri.
Centros menores de la Ilustración italiana fueron la Toscana, donde trabajó, entre otros, Pompeo Neri, el Véneto y el Piamonte.
La ciudad partenopea, junto con la capital francesa, fue la que mejor aprovechó el "siglo de las luces": no solo absorbió esta corriente, sino que en buena parte la generó creando nuevas formas arquitectónicas, nuevos pensamientos filosóficos y sentando las bases de la economía y el derecho moderno.
En la academia, caracterizada por la prevalencia de aristócratas, se debatía sobre las nuevas teorías ilustradas, intentando sin embargo conciliarlas aún con las tradiciones clásicas.
De la escuela ilustrada milanesa también se debe mencionar a Paolo Frisi, Ruggero Boscovich, Alfonso Longo y Gian Rinaldo Carli, todos ellos contribuyentes del Caffè.