[2] La desigualdad humana es la creencia opuesta, que justifica los distintos tipos de dominación, opresión y discriminación.
[3] El concepto de igualdad humana no se aplica a los aspectos antropológicos físicos (el grado de las diferencias entre individuos y grupos humanos o el origen único de la especie humana -monogenismo- son objeto de otros debates científicos)[4] sino a los aspectos filosóficos o éticos que pueden aplicarse en ámbitos políticos, sociales y económicos como igualdad política, igualdad social o igualdad económica.
Mientras que para Jean-Jacques Rousseau (Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, 1754, El Emilio y El Contrato Social, 1762), el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que causa las desigualdades, lo que fundamentó la base ideológica ilustrada de la Revolución francesa ("libertad, igualdad, fraternidad"); para Joseph Arthur de Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, 1855) los hombres son por naturaleza desiguales, lo que fundamenta la superioridad de unos sobre otros y justifica el racismo, el supremacismo o el dominio colonial (Rudyard Kipling, La carga del hombre blanco, 1899).
El darwinismo social y distintos movimientos racistas o elitistas, como la eugenesia, fueron desarrollándose desde finales del XIX y durante el siglo XX, quedando muy desprestigiados a partir de la derrota de los fascismos en la Segunda Guerra Mundial.
Simone de Beauvoir (El segundo sexo, 1949) aplicó a las mujeres el concepto de emancipación que el marxismo aplicaba a las clases sociales; aunque tampoco veía igualdad entre los sexos en el llamado "socialismo realmente existente".