[5] Sin embargo, el descubrimiento y estudio de la pintura mural que cubrió el retablo renacentista, ha hecho considerar que la construcción del templo actual debió realizarse en la primera mitad del siglo XIV, y no solo por las características de las pinturas sino también por las de la celosía que cubre interiormente la ventana axial situada en la cabecera.
En el tramo de la nave contiguo a la cabecera se abren sendas capillas que proporcionan al templo un transepto.
Los arcos fajones tienen un doble baquetón en los que la curvatura interna de cada una de sus dos partes no quedan separadas entre sí, sino intersecadas; todos los arcos fajones se prolongan en los paramentos de la nave apoyándose en unas ménsulas situadas a media altura, salvo en el arco que abre la cabecera del templo pues, en este caso, la nervadura del arco se prolongan hasta el suelo.
[7] La cabecera se cubre con una bóveda de paños, prolongándose los arcos que los sostienen hasta el suelo.
En el lado norte del templo, en el tercer tramo de la nave aparece otra portada más reducida que debió comunicar la iglesia con un antiguo cementerio, que debió cegarse cuando dejó de utilizarse el cementerio.
El retablo queda compartimentado en un gran número de cajas que se disponen en una retícula con tres cuerpos horizontales y cinco calles verticales.
Sobre el entablamento se sitúa un ático de dos alturas, la primera distribuida entre tres cajas correspondientes a los tres calles centrales del resto del retablo, mientras que la segunda altura se reduce a la calle central con una caja de menor altura cubierta por un arco de medio punto, y sobre ella un frontón triangular.
El retablo cuenta con varias esculturas más, en la calle central del retablo, ocupando el cuerpo inferior y el intermedio hay una hornacina con una imagen de San Julián, con vestido a la moda del emperador Carlos V.
En el cuerpo superior: la Anunciación a Nuestra Señora, la Visitación a Santa Isabel, la Virgen con el Niño en diálogo con San Abdón y San Senén, el nacimiento de Jesús y la adoración de los Reyes Magos.
Llama la atención la tabla que representa a la Virgen en diálogo con esos dos santos, cuyo culto frecuente en Cataluña, resulta insólito en Navarra.
En el ático del retablo, las tres tablas recogen escenas de la Pasión del Señor: la flagelación de Cristo, la crucifixión y la resurrección; y la tabla superior, bajo el frontón, representa al Padre Eterno.