Iglesia de San Isidoro (Oviedo)

Declarada Bien de Interés Cultural, es un templo del siglo XVI construido sobre una antigua iglesia románica.

El Arzobispo Carrillo Alderete fue embalsamado y colocado en una urna situada en un arcosolio de un lateral del presbiterio.

El complejo se construyó durante el siglo XVII siendo entre 1646 y 1681 la época de mayor trabajo.

Según el profesor Germán Ramallo Asensio, esta autoría sería apreciable en la planta y la parte inferior de la fachada.

A este autor se le atribuiría el barroquismo de la fachada y la mayor parte del alzado interior.

Cuenta con relicarios dedicados a tres santos, San Isidoro, su santo patrón, situado en la capilla de las ánimas; el relicario de San Francisco Javier en el retablo dedicado al santo jesuita y el relicario dedicado a San Juan Pablo II en el retablo de la inmaculada.

Las figuras, de tamaño natural, están enmarcadas por columnas salomónicas y dos estípites.

Según Ramallo Asensio, está formado por dos cuerpos divididos en tres calles y rematado en ático semicircular.

En sus hornacinas y en toda la superficie del retablo se representa un complejo programa de tintes alegóricos.

Por el estilo parece pertenecer a la segunda mitad del siglo XVIII pero seguramente aprovechando las figuras de otro retablo anterior (hacia 1670-80).

Ramallo Asensio supone que por el tamaño de la hornacina es posible contuviese originalmente un calvario.

Por este motivo los visitantes de la iglesia en unos días señalados del año obtienen las mismas indulgencias que recibirían peregrinando a Roma.

Este vínculo se recibió por la especial devoción que la iglesia ovetense profesa a la Virgen de los Dolores.

Interior de San Isidoro el Real
Altar Mayor
Retablo de San Ramón Nonato
Retablo del Cristo de la Buena Muerte
Retablos laterales y triforio
Antiguo arco de entrada a la desaparecida iglesia de San Isidoro