Se sitúa adosado a la Iglesia de San Isidoro.
En su interior alberga numerosos puestos de productos frescos y locales hosteleros.
Hoy en día la zona sigue albergando el rastro dominical.
Lo que hace Javier Aguirre a la hora de proyectar el edificio es buscar la geometría del terreno e instalar las columnas que servirán para dar una idea espacial previa del mercado; el resultado es un edificio de planta cuadrada, al que se añade una parte norte de forma trapezoidal, justo en el tramo adosado a la Iglesia de San Isidoro.
Además, teniendo en cuenta que este tipo de construcciones atienden normalmente a criterios racionalistas, se puede explicar el hecho de que los espacios internos en los que se divide la planta se vean reflejados al exterior en sección y en cubierta.