Una historia con nombres y apellidos, no exenta de matices sobrenaturales: Sea como fuese, parece que no pocas de las insatisfacciones que se habían ido depositando durante siglos sobre las capas más necesitadas del pueblo, comenzaban —inopinadamente— a dar sus primeros frutos.
[3] Además, cuando Pedro Casas y Souto toma posesión como nuevo obispo de Plasencia en febrero de 1876, se encuentra con un importante vacío religioso, ya que la sede se halla vacante desde que su antecesor, Gregorio María López Zaragoza, falleciera siete años antes, en mayo de 1869.
[5] Desde agosto de 1906, el líder de la incipiente comunidad viveña, Antonio García Tirado,[6] se viene ocupando de dos viudos que desean contraer matrimonio civil; «así es que les ruego que si vienen ustedes pronto traigan arreglados todos los documentos para poder explicar públicamente nuestras doctrinas».
[7] Al mes siguiente, le pregunta a Alejandro González[8] «si tendré que alquilar un edificio destinado únicamente a capilla o si puedo seguir predicando el Evangelio en mi casa sin que las autoridades puedan impedirlo».
[14] En la asamblea del 15 de agosto, se acuerda «dirigir un voto de gracias a la Iglesia Evangélica Española por el auxilio prestado para la edificación del nuevo local, al cual contribuyó con dos mil pesetas.
[17] Para los católicos, fue el pastor quien «acabó por declararse en fuga, saliendo á escape de Ibahernando, sin terminar la discusión entablada».
[18] También en 1909, se constituye la Sociedad Benéfica de Crédito y Ahorro Fuente del Amparo, «una sociedad económica y cooperativa entre los hermanos, felicísima idea que, al tiempo que tendía a estrechar los lazos de la unión cristiana, servía para ir emancipando poco a poco a los esclavos de la usura y el caciquismo».
[35] El 1 de marzo de 1930, el nuncio apostólico en Madrid Federico Tedeschini pide a los obispos españoles datos exactos y detallados sobre el estado del protestantismo en sus diócesis, así como si estiman necesario tomar medidas y —en ese caso— cuáles;[36] a lo que el de Plasencia responde que en Ibahernando quedan de quince a treinta protestantes, todos españoles; un pastor luterano que fue condenado a la cárcel por el Tribunal de Cáceres tras denuncia del párroco por vilipendio del culto católico,[37] una capilla nominal —porque no se celebran cultos— y una escuela que cesó por falta de alumnos.
[39] «Después de cantarse algunos otros himnos, pronunció un elocuente discurso el señor don Carlos Liñán».
La iglesia evangélica se cierra al culto, sufriendo diversos daños.
[47] Con este, se reabrirá la capilla, respetando las nuevas condiciones, sin manifestación alguna de carácter externo.
La antigua iglesia, por su parte, «acaba de ser vendida a Vidal Ruiz, quien piensa derribarla para construir un nuevo edificio.