Con esta reforma se actualizaban los cobros por concepto de inscripción y servicios con base a un tabulador anclado al valor del salario mínimo.Muchos actores políticos fijaron posturas ante ella: el alto clero católico,[2] los partidos políticos,[3] el Consejo Coordinador Empresarial (CCE),[4] la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX),[5] intelectuales, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional,[6] las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo,[7] Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo[8].Sin embargo, el malestar generado por esta medida permitió que las y los estudiantes organizados colocaran otros temas en la agenda política del movimiento, como derogación de las reformas al Reglamento General de Inscripciones (RGI), aprobadas en 1997, que imponían condiciones a los estudiantes del bachillerado de la UNAM para acceder al pase reglamentado a la licenciatura.[9] Sin embargo, tanto la opinión pública como buena parte de la comunidad estudiantil consideraba que el problema principal eran las cuotas, por lo que las medidas tomadas por las autoridades universitarias para destrabar el conflicto se centraron en cambios al RGP.El artículo 13 señalaba que los cobros en el posgrado serían establecidos por la Secretaría General de la UNAM; el artículo 14, por su parte, señalaba que los costos por otros servicios no establecidos en el RGP serían determinados por el Patronato Universitario.En el RGP se señalaba, además, que para los estudiantes extranjeros los costos serían 10 veces superiores.De igual forma se acordó integrar una comisión que elaborara una propuesta sobre el pliego petitorio.En el documento se argumenta que la huelga es, históricamente, el último recurso del movimiento ante la falta de diálogo con las autoridades universitarias y se invita a un Diálogo Nacional sobre la universidad pública y gratuita.[17] Finalmente el 15 de abril, 92 mil 355 estudiantes se manifestaron contra "El Plan Barnés", mediante una consulta convocada por la AEU.La propuesta sería respaldada por 41 académicos de diversas disciplinas, sin embargo, el CGH continuó en su postura.Un caso particular: Vallejo, se trasladaron las clases a una nave ubicada en la estación del Metro Valle Gómez.Conforme pasó el tiempo, la sede se mudó a Nativitas, sin embargo, no todas las clases fueron válidas, fue una etapa muy difícil donde la comunidad estudiantil se vio reducida, parte por desilusión y otras por desesperanza reflejada en “tiras de materias fantasmas”.Mientras tanto, al interior del CGH comenzarían también a vivirse algunas divisiones surgiendo dos grupos, los "moderados" (querían el cumplimiento cabal de los 6 puntos al principio, y también aceptarían desde bajar 2 o 4 de los seis puntos hasta aceptar la propuesta de "los eméritos¨ que no cumplía ni con un solo punto del pliego petitorio), y los ultras (que seguirían luchando hasta que se cumplieran los 6 puntos del pliego petitorio) en ambos bandos se especula que existió intervención de miembros del PRD.[24] Para finales del año, el movimiento estudiantil estaba cada vez más dividido y con menos apoyo por parte de la sociedad civil.Diversas voces, entre las que se encontraban personalidades del ámbito cultural como Sealtiel Alatriste, Homero Aridjis, Alí Chumacero, José Ramón Enríquez, Carlos Fuentes, Cristina Pacheco, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Ignacio Solares, Joaquín Ramón Xirau y Sara Sefchovich, entre otras, se expresaron a favor del plebiscito e hicieron un llamado al CGH a aceptar sus resultados, pues decían, "el movimiento ya había ganado, y de no levantar la huelga podría perderse incluso la propia Universidad"[cita requerida].
Otro de los muchos volantes a través de los cuales el CGH daba a conocer entre la población su punto de vista del conflicto.
La Policía Federal Preventiva en la entrada principal de la UNAM. 12 de febrero de 2000.