No obstante, una pequeña comunidad judía persistió en Inglaterra en la clandestinidad, a pesar de la expulsión.
[1] En Escocia, por el contrario, los judíos no sufrieron leyes discriminatorias sino hasta 1707, fecha de su unión con Inglaterra.
El incremento se debe en gran parte al rápido crecimiento de la comunidad jaredí.
El asentamiento judío continuó hasta el Edicto de expulsión del Rey Eduardo I en 1290.
Si bien Cromwell nunca readmitió oficialmente a los judíos en la Mancomunidad de Inglaterra, en 1656 se identificó una pequeña colonia de judíos sefardíes que vivían en Londres y a los que se les permitió permanecer allí.
Los historiadores suelen fechar la emancipación judía en 1829 o 1858, mientras que Benjamín Disraeli, judío sefardí pero convertido al anglicanismo, había sido elegido dos veces Primer Ministro del Reino Unido en 1868 y 1874.
Ante la insistencia del líder irlandés Daniel O'Connell, en 1846 fue derogada la ley británica "De Judaismo", que prescribía una vestimenta especial para los judíos.
No se sabe cuándo llegaron los judíos por primera vez a Escocia, y las primeras referencias históricas concretas a una presencia judía en Escocia datan de finales del siglo XVII.