Henri de Châtillon

Nació en Inglaterra hijo de una madre francesa y un padre escocés; su madre se estableció en Francia poco antes de la Primera Guerra Mundial y tiene a su otro hijo André Ledoux, fruto de su segundo matrimonio, en París en 1909.

[1]​ Tras la Segunda Guerra Mundial Châtillon partió hacia Canadá con el plan de establecerse en Sudamérica, pasando por Nueva York y luego por México, país donde residió el resto de su vida.

En 1940 el productor Álvaro Gálvez y Fuentes, junto con los periodistas Rosario Sansores y Pedro de Lille convocaron a Ramón Valdiosera, Armando Valdés Peza y a Henri de Châtillon al programa radiofónico Lunas Verdes para debatir si era posible la existencia de una moda mexicana, cuestión que tanto Valdés Peza como Châtillon negaron, el debate se retomó 9 años después y en una entrevista con la revista Nosotros él declaró:“México está muy atrasado, no hay materiales, las telas no sirven y no se podría competir con lo europeo ni menos con lo norteamericano... Para haber moda debe haber elegancia y la mujer mexicana no puede ser elegante, porque tiene muchas nalgas”.

[5]​Declaraciones que dañarían su imagen y harían que se ganara el repudio de la mayoría de los medios mexicanos por hacer comentarios sobre el cuerpo de las mujeres del país;[6]​ sin embargo, se discute que él estuviese en contra de la existencia de una moda mexicana, pues al fin y al cabo innovó utilizando materiales nacionales como tortillas para hacer sus sombreros y contribuyó a la existencia y promoción de una moda mexicana de autor, incluso declaró posteriormente para el Milwaukee Journal "aquí en México mi sentido del color ha mejorado".

Aunque no tiene especificado en ninguna parte que Châtillon sea el retratado, Octavio Paz menciona tanto a Henri como a la obra en las cartas que le escribe a Octavio Barreda años después;[1]​ en 1944 Diego Rivera retrata a Châtillon y titula el cuadro como "El sombrerero"; de acuerdo con el crítico Gustavo Prado, el cuadro es poco halagador y es probable que sea el encargo de alguna clienta rica del diseñador más que una obra del muralista.