Sin embargo, Fëanor y sus hijos contestaron con orgullo que, a pesar de la profecía anunciada, los Noldor harían hazañas en Tierra Media dignas de ser cantadas por siempre.
Ante esta defección, Fëanor desconfió del resto de los Noldor que sí permanecieron con él (Fingolfin, sus hijos y los hijos de Finarfin), y decidió abandonarlos a su suerte en Aman.
Cuando tuvo oportunidad escapó al exilio en los barcos Teleri con sus hijos y sus seguidores inmediatos.
Esto le sucede tanto a los marineros enviados por Turgon de Gondolin como a Eärendil durante sus primeros viajes, y en el último queda perdido hasta que Elwing llega con el Silmaril con ayuda de Ulmo.
La cuestión de quiénes lo sigan implicó durante la Primera Edad del Sol no solamente a los Noldor, sino a cualquiera que se inmiscuyera con los Silmarils, como lo fue el reino de Doriath, su rey Thingol, los Edain, los Sindar, etc.
Por último, para aquellos que no encontraran la muerte asesinados, de todas formas su existencia les será fatigosa y se cansarán pronto del mundo (antes de que lleguen los hombres).