En la segunda mitad del siglo XIX la hacienda pasó a ser propiedad de la familia Vicuña, la que donó a fines del siglo XX una parte de las tierras al ejército.
La hacienda en el presente siglo está subdividida en muchos predios y la casona es un proyecto de museo.
[1] Es posible que esta merced realmente se haya otorgado, en el vago estilo de la época, para una amplia fanja costera entre los ríos Maipo y Maule,[2] aunque es improbable que el beneficiario, veterano militar y encomendero, haya tomado posesión de todas estas tierras en vida.
[10] Más adelante, en 1647, los dos primeros años del noviciado de la Compañía se trasladaron a Santiago, manteniéndose en Bucalemu la llamada «tercera probación», con el fin de dar cumplimiento a disposiciones testamentarias del fundador García Carreto.
[11] La propiedad era, en esa época, básicamente una estancia ganadera, con relativamente poco personal, aunque también contaba con una viña de tamaño no despreciable.
[12] Ya en pleno siglo XVII, la estancia o hacienda Bucalemu aparece dimensionada en 46875 hectáreas,[14] cifra compatible con la mencionada ubicación entre el Yali y el Rapel.
[16] El abate Molina fue novicio jesuita en Santiago a partir de 1755 y vivió posteriormente en Bucalemu.
[17] Las haciendas jesuitas eran consideradas, no solo por su extensión, sino también por la calidad de sus suelos, las mejores del país.
Pedro Fernández Balmaceda, transformado ya en un hombre rico y aprovechando una de las oportunidades creadas con la expulsión de los jesuitas, se adjudicó en 1778 la hacienda Bucalemu en un remate, cuya escritura definitiva le fue extendida en 1791.
Este, en una carta a su padre en la península, seguía describiendo la propiedad como estancia, con 24 000 cabezas de ganado vacuno, en la que todos los años se mataban mil reses para velas de sebo y charqui.
Como estos no alcanzaban para todos los soldados que le acompañaban, continuó hacia el sur con solo 50 o 60 hombres y oficiales.
Al mismo tiempo indica que estas haciendas se hallan ya divididas en varias hijuelas.
[34] En este período, durante las últimas décadas del siglo XIX, el inquilinaje ya estaba plenamente desarrollado en la hacienda.
Según otras fuentes, la hijuela de 220 hectáreas fue donada al Ejército por la comunidad Vicuña Subercaseaux.
[43] Las construcciones resultaron afectadas por el terremoto de 2010 y la mitad del parque fue arrasada por un incendio en 2012.