Otra vez, Héctor Luis Fautario fue contundente, dijo: «No tengo nada que pensar.
Mi posición sigue siendo negativa.»[14] La decisión de derrocar a la primera mandataria en la fecha antes citada se debía principalmente a que tanto la Armada como el Ejército debían comenzar con el adiestramiento de los nuevos conscriptos que se sumaban a las filas para cumplir con el servicio militar obligatorio en 1976, y también porque debían anticiparse al inicio de la campaña electoral.
[14] En esa reunión Emilio Eduardo Massera y Jorge Rafael Videla siguieron tratando, sin éxito, de convencer a Héctor Luis Fautario: Massera arremetió otra vez diciéndole a Fautario que «los políticos no se querían hacer cargo de la situación» y que el país se encontraba en caída libre.
Héctor Fautario fue enviado al Taller Regional Quilmes, donde lo encerraron en una habitación sin custodia.
[16] En el lugar donde había sido encerrado Fautario no estaba bajo ninguna custodia, por lo que salió en busca de ayuda.
Un mayor lo auxilió y lo trasladó en auto hasta el edificio Cóndor, donde llegó cerca de las doce del mediodía.
Sin embargo, el factor decisivo fue la mediación del vicario castrense de las Fuerzas Armadas, Adolfo Tortolo, quien consiguió que los sublevados dieran marcha atrás con sus pretensiones.
[16] De todas formas, los oficiales aeronáuticos insurrectos lograron uno de sus objetivos: la remoción y pase a retiro del brigadier general Héctor Luis Fautario y su segundo, el brigadier mayor José María Klix.