Allí también estudiaba la pianista Márta Kinsker (luego Kurtág), con quien se casó en 1947; su hijo György nació en 1954.
Para escapar de esta camisa de fuerza creativa, Kurtág se trasladó a París en 1957 y así poder estudiar música con Olivier Messiaen, Darius Milhaud y Max Deutsch.
También tuvo consultas con la psicóloga del arte húngara Marianne Stein, y sus consejos serían muy influyentes en su futuro desarrollo.
Durante ese tiempo entre sus alumnos estuvieron pianistas de renombre como András Schiff y Zoltán Kocsis.
[1] Ha sido galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2014 en la categoría de Música Contemporánea.
El acta del jurado destacó que su obra se caracteriza por “una intensidad expresiva única”.
Kurtág habla rumano, húngaro, alemán, francés, ruso, griego antiguo e inglés, y sus habilidades lingüísticas son evidentes en los textos que ha musicalizado, entre ellos los de Blok, Safo, Hölderlin y Kafka.
Empieza con un acorde beethoveniano que comienza luego a deformarse en un efecto de extrañamiento gótico y sombrío realmente estremecedor.