[3][4] Sucesivas migraciones posteriores a la independencia aportaron inmigrantes europeos,[5] gitanos, chinos, coreanos, jamaiquinos de piel negra, polacos (mayormente judíos askenazíes) y árabes (sobre todo libaneses).
Actualmente, los costarricenses no ven su nacionalidad como un grupo étnico, sino como una ciudadanía con diversas etnias.
La diversidad étnica y cultural quedó demostrada en el X Censo Nacional de Población.
La población total del país corresponde a 4 301 712 habitantes, de los que 44 518 son afrodescendientes, 289 209 mulatos, 9 170 chinos, 3 597 000 blancos o mestizos, 104 000 indígenas, 124 000 nicaragüenses y 219 781 no pertenecen a ninguna etnia o no la declararon.
[7] La Constitución Política de Costa Rica en su artículo primero reconoce al país como una nación multiétnica y pluricultural.
Otros colonos europeos más modestos se sumaron a la clase media como técnicos y profesionales liberales entremezclándose también con la población nacional.
Esta también se mezcló con los costarricenses, aunque una parte conservó la costumbre del matrimonio intracomunitario, y aportaron gran cantidad de apellidos árabes al país.
Según datos recientes del Banco Mundial (2018), los afrodescendientes representan el 8 % de la población tica.
Los negros costarricenses tienen una rica cultura propia que incluye música, gastronomía, trajes tradicionales, cantos y danzas.
En la actualidad las provincias con mayor número de afrocostarricenses son Limón y San José.
Existen en Costa Rica ocho etnias nativas reconocidas: bribris, cabécares, guaimies, malekus, borucas, térrabas, huetares y chorotegas distribuidos en 22 territorios autónomos.
[20] En el siglo XX se alcanzó el pico de entrada con grandes migraciones masivas para trabajar en el Ferrocarril al Atlántico en condiciones abusivas y deplorables.
Estos inmigrantes trajeron al país muchas de sus costumbres, celebraciones, religiones y lenguas, aunque un sector importante (especialmente el llegado en el siglo XIX antes de la construcción del ferrocarril) se adaptó al idioma español y la religión católica, su influencia cultural es indudable.