Arquitectura de Costa Rica

La arquitectura de Costa Rica es aquella que se ha producido en este país.

[2]​ El sector predominante es la región central, consistente en una fosa tectónica llamada popularmente Valle Central (por estar rodeada de montañas), con una altura media de 1.200m sobre nivel del mar, temperatura modal de 24 grados Celsius, humedad ambiental media de 60% y régimen pluvial entre 1.500 y 3.000 milímetros anuales y que aglutina el 62% de la población en un 16,7% (8.528.400 km² ) del territorio nacional donde se concentran las ciudades de mayor tamaño, comercio y servicios administrativos: su capital San José, Alajuela, Heredia, Cartago y otras emergentes como San Ramón, Palmares, Grecia, Barva, San Rafael, Santa Bárbara, Santo Domingo, Tibás, Moravia, San Isidro, Desamparados, Alajuelita, San Pedro, Curridabat, Tres Ríos, Paraíso y otros.

[3]​ Conforme se avanza en hallazgos arqueológicos, este periodo pareciera extenderse hasta los 20.000 o 30.000 años a. C. como en el resto de Mesoamérica, con grupos humanos que compartían las características socioculturales de los otros grupos étnicos que vivían en Costa Rica, Panamá y el sureste de Nicaragua.

Las regiones del Caribe y el Pacífico Sur se insertaron al circuito comercial de Panamá, Colombia y Ecuador, mientras que la zona del Pacífico Norte se conectó con el circuito de México y el resto de Centroamérica.

[3]​[1]​ Los arqueólogos insisten en que las “bolas de piedra” fueron símbolos de identidad y/o de autoridad,[4]​ situación que se ha mantenido por milenios, ya que en la actualidad todavía flanquean instituciones públicas, comercios y residencias, continúan presentes en el imaginario colectivo asociadas a la pintura, literatura y escultura.

En 1575 fue trasladada al sitio donde se emplaza actualmente Junto a las dos únicas ciudades españolas que sobrevivieron durante gran parte del período colonial (Cartago y Esparza), estaban también los pueblos de indios Barva, Aserrí, Curridabat, Ujarrás, Pacaca, San Bernardino de Quepo y Nicoya.

El templo de Ujarrás en ese momento habitado por ladinos fue construido con paredes de calicanto, tres naves, presbiterio con sacristía, oficina para el doctrinero y claustro adyacente.

Al oeste del Valle Central surgieron varios asentamientos: Heredia (1706), San José (1737), Alajuela (1782) y Escazú (1793).

Esta Villa se situó en algún lugar, como su nombre lo indica en "la boca del monte" entre la antigua Garcimuñoz (Desamparados) y el actual centro de San José.

Más tarde, gracias al influjo del comercio, el espacio se vio invadido por propuestas arquitectónicas que ya no solo satisfacían al habitante de la ciudad, sino también a la administración colonial.

Las primeras exportaciones fueron hacia Chile y posteriormente alcanzaron el mercado de Gran Bretaña.

[10]​ Otros edificios que cabe mencionar es el Palacio Nacional, construido entre 1851 y 1856 por Francisco Kurtze.

El colegio Superior de Señoritas y otros centros educativos fueron construidos con este sistema.

La Secretaría de Obras Públicas inició los trabajos en 1888 y en 1890 encomendó su reestructuración al empresario Federico Medcalf.

La construcción del ferrocarril al Atlántico había sido una escuela para estos operarios.

También el Edificio Metálico o Escuelas Graduadas, San José, avenida 5ª, parque España, por Charles Thirion (1890-1895) y la Estación del Ferrocarril al Atlántico, San José, avenida de las Damas, por Jaime Carranza, 1908.

El jardinero francés Andrés Bonifé sembró laureles de la India, palmeras y otras plantas del Caribe.

Otras obras de influencia fueron el edificio Black Star Line y la Casa Misionera y Primera Iglesia Bautista, ubicadas en el centro de Limón, dentro del estilo victoriano adaptado al clima.

En una misma estructura se puede encontrar una combinación de bahareque, calicanto y láminas troqueladas.

[1]​ La arquitectura Caribeña-Victoriana se introduce en grandes proyectos urbanísticos en Quepos, Golfito, Palmar Sur, Coto y Laurel, a finales de los años 1930s.

Todas estas edificaciones son de dos pisos y con ventanas en los cuatro costados para permitir el viento cruzado, además de estar distribuidas pensando en la dirección del viento.

Nuevas formas constructivas reflejaban los cambios que vivía la sociedad en el tiempo de entreguerras, formas que se evidenciaban tanto en la arquitectura estatal y civil, como en la laica, la religiosa, la comercial y la habitacional.

Desde el punto de vista formal, los edificios eran volúmenes de marcada horizontalidad o verticalidad y estaban compuestos por planos integrados al medio urbano en sus primeros niveles, mediante diversos recursos formales: rampas, plataformas, volúmenes retraídos, losas en voladizo y superficies opacas o transparentes.

[12]​ Proliferaron pequeñas y medianas empresas en manos de inversionistas nacionales y extranjeros, quienes estimularon la arquitectura ecológica representada por conjuntos de edificios construidos con materiales perecederos e integrados a la naturaleza.

También se están edificando obras inspiradas en la arquitectura local de carácter vernáculo y bioclimático, así como proyectos orientados a rescatar construcciones de calidad que se han ido deteriorando, poner en valor el patrimonio arquitectónico aportándoles nuevas tecnologías para adaptarlos a nuevos usos y proyectos que se adaptan a la topografía y cobertura boscosa minimizando el impacto y respetando el medio ambiente e integrándose a él.

[16]​ Ejemplos de obras del periodo contemporáneo con impacto en la imagen y quehacer arquitectónicos del país:[2]​[1]​ En los últimos años el enfoque de la arquitectura ha cambiado en el valle central, pues al estar ya muy llena de construcciones la urbe, torres o grandes desarrollos han ido sustituyendo construcciones menores como casas y edificios pequeños.

De acuerdo con la arquitecta Melissa Rudin, esto ha roto el tejido urbano.

Como respuesta a ciudades ya construidas, las remodelaciones sobre espacios existentes y las intervenciones de interiorismo han tomado gran importancia.

Segundas o terceras generaciones están heredando construcciones que deben modificar para necesidades contemporáneas, por lo que este tipo de abordaje ahora se equipara en importancia y en calidad de obra artística a una construcción desde cero.

Dada la tradición y disponibilidad profesional, en Costa Rica cualquier usuario, por pequeño que sea su presupuesto, puede disponer de los servicios de un arquitecto para tener una vivienda singular, que las revistas especializadas publican usualmente, siendo reiterada la presencia de arquitectos como: Víctor Cañas, Juan Robles, Ibo Bonilla, Rolando Barahona, Melissa Rudin, Pietro Stagno, Abel Salazar, entre otros.

Teatro Nacional de Costa Rica , joya arquitectónica del país.
Panorámica del área central del asentamiento urbano de Guayabo en 2009, declarado Patrimonio Mundial de la Ingeniería.
Iglesia de Orosi . Construida en 1743 por frailes franciscanos, está fabricada en gruesas paredes de adobe, posee una línea arquitectónica sencilla que le da un aspecto humilde y a la vez sobrio.
Museo Nacional de Costa Rica, antiguo Cuartel Bellavista (1917), símbolo de la erradicación del ejército en 1948, frente a Plaza de la Democracia en San José.
Basílica de los Ángeles en Cartago , Luis Llach, 1890. El santuario data de 1635 y es el objetivo de la mayor peregrinación anual del país por bendiciones de la "Negrita".
Teatro Nacional de Costa Rica , San José, Guillermo Reitz, Ángel Miguel Velásquez, Nicolás Chavarría, Luis Matamoros, 1897.
Teatro Popular Melico Salazar , 1928. Construido en concreto armado y mampostería de ladrillo. Muestra de estilo neoclásico tardío.
Parroquia San Isidro Labrador , por Teodorico Quirós. Estilo neogótico.
Gran Hotel Costa Rica , arquitectura racionalista.
Obelisco FI: estatuilla que se otorga a los ganadores del Premio Nacional de Arquitectura de Costa Rica, cada dos años