Gregorio Balparda de las Herrerías

[1]​ Fue asesinado durante la guerra civil en el barco prisión Cabo Quilates en la ría de Bilbao.

Ricardo Balparda, aunque nacido en Portugalete, se había criado en Valmaseda, donde su padre, Gregorio, ejercía como escribano.

En 1878 fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Durango como independiente.

Pero su actividad política y profesional fue truncada por una tuberculosis, que le llevaría a la tumba en octubre de 1886.

Terminó el bachillerato en 1889, pasando como alumno externo a la Universidad de Deusto.

Las elecciones municipales de 1901, en que obtuvieron muy buenos resultados nacionalistas y socialistas, hicieron que Balparda abandonara sus ideas regionalistas y se mostrara como liberal demócrata.

Elegido concejal representando al partido liberal, en noviembre de 1903 tomó posesión en enero de 1904, y aunque el alcalde Pedro P. Bilbao intentó negociar con los socialistas y republicanos que fuera elegido primer teniente de alcalde, no pudo ser al llegar a un acuerdo por su parte los republicanos y nacionalistas en el reparto de las tenencias, marginando a los socialistas, pero también a Balparda.

Balparda, si bien continuó como concejal hasta 1909, sus intervenciones fueron ya escasas, salvo asuntos puntuales (la autonomía municipal), dedicando su tiempo más a las actividades políticas y a preparar conferencias, como la pronunciada en el Centro Obrero en 1907 sobre Anexiones y urbanizaciones necesarias en Bilbao.

Tras dejar la alcaldía, siendo todavía concejal, y al nombrar en febrero de 1907 jefe del partido liberal a Segismundo Moret, Balparda se alineó con el perdedor Canalejas.

El propósito de Balparda no era solo reagrupar las fuerzas liberales dinásticas (moretistas y canalejistas) sino llevar a cabo una operación más amplia hacia la izquierda, hacia republicanos e incluso socialistas, dejando al margen a las fuerzas conservadoras.

Al no contar con prohombres del liberalismo local como Federico Echevarría (amigo de Moret) o Plácido Allende, se granjeó la desconfianza de algunos sectores liberales.

La organización del partido conservador en Bilbao, en el verano de 1909 y la caída del gobierno Maura en octubre, estimuló no solo a que un liberal demócrata como Martínez Sevilla sustituyera a Horn en la alcaldía, sino también a retomar la idea de organizar un partido liberal, constituido finalmente, y no sin problemas de liderazgo entre Echevarría y Allende, en enero de 1910.

Balparda formó parte del primer directorio de este partido, junto con figuras destacadas del liberalismo vizcaíno, como el ya citado Federico Echevarria Rotaeche y otros dos “Gregorios”.

También publicó diversos dramas históricos como Tribunos de la plebe (1911) o Ardeliones (1914).

En 1916 fundó Balparda un semanario, La Opinión, siendo también su principal soporte económico, aunque solo persistió hasta el verano de 1917.

Este triunfo nacionalista aceleró las gestiones que desde hacía varios años venían efectuando los partidos dinásticos vizcaínos –mauristas, datistas y liberales- para formar una coalición que pudiera oponer al avance nacionalista un compacto frente monárquico.

[4]​ Al año siguiente se volvió a presentar por la Liga en el mismo distrito, esta vez con más competencia, puesto que se presentó un candidato socialista (Oscar Pérez Solís) y un nacionalista (Ramón Rugama).

Aunque su acta fue impugnada por irregularidad tomó posesión efectiva del escaño en enero de 1921.

Ya por esta época sufría cólicos hepáticos, que le obligaban a guardar estricta dieta y pasar temporadas en balnearios.

De hecho, desde 1929 hasta su muerte, presidió la Academia de Derecho y Ciencias Sociales, impulsado por su colega y amigo Juan Ulpiano Migoya, también prestigioso abogado.

Inmediatamente fue detenido y llevado ante el socialista Paulino Gómez Sainz.