Es más probable que las lesiones recientes sean rojas debido a su gran cantidad de vasos sanguíneos.
Generalmente el tamaño varía de unos cuantos milímetros a centímetros, aunque pueden aparecer lesiones más pequeñas o grandes.
Es probable que un médico pueda diagnosticar un granuloma piógeno según su apariencia y podría realizar una biopsia para hacer un diagnóstico más preciso.
Una biopsia también ayuda a descartar afecciones médicas malignas (cancerosas) que pueden causar un tipo similar de crecimiento.
Un examen histopatológico de un granuloma piógeno mostraría múltiples capilares (debido a la naturaleza vascular del tumor), neutrófilos y tejido necrótico.
Aunque los granulomas piógenos no son infecciosos ni cancerosos, se puede considerar el tratamiento debido al sangrado o la ulceración.
Por lo general, no se utiliza ningún tratamiento si el granuloma piógeno ocurre durante el embarazo, ya que la lesión puede curarse espontáneamente.
Los granulomas piógenos fueron descritos por primera vez en 1897 por dos cirujanos franceses, Antonin Poncet y L. Dor, quienes denominaron a estas lesiones como botriomicosis hominis[12].