Granja monástica
Originalmente se empezaba con un granero utilizado para la conservación de granos y semillas, que luego se extendía a un conjunto de edificios que constituyeron una finca y, solo más tarde, pasó a disponer de grandes edificios aislados destinados a albergar una actividad agrícola o industrial colectiva realizada en un principio por monjes del monasterio.Algunas granjas eran trabajadas por conversos, también llamados hermanos legos,[1] pertenecientes a la orden, pero otras, posteriormente, lo fueron por jornaleros.Las granjas industriales tuvieron un papel importante en el desarrollo de las industrias medievales, particularmente en el trabajo del hierro.La granja surgió donde más fuerza tenía el movimiento cisterciense, principalmente en Francia e Italia, donde, junto con vastas parcelas de tierra, existían comunidades suficientemente autónomas.El producto obtenido podría servir para suministrar a los monjes o venderse con fines de lucro.[3] También existía en las granjas un hermano hospedero para recibir a los visitantes con la hospitalidad característica de cada orden.Durante un tiempo cada granja disponía de una capilla para celebrar el oficio divino, pero en 1180 se prohibió celebrar allí las misas para evitar que los laicos de alrededor se sumaran a escucharla y evitar enfrentamientos con los obispos.