Gracia preveniente
Tiene sus raíces en la teología arminiana, según la cual se dispensa universalmente para permitir que las personas respondan a la oferta de salvación, aunque no asegura la aceptación personal.[2] La expresión original (en latín: gratia praeveniens) significa literalmente "gracia que precede".[2] En reacción al pelagianismo, Agustín afirmó que la gracia preveniente es necesaria para preparar la voluntad humana para la conversión.[21][22][23] Esto describe la operación de la gracia preveniente que permite al no regenerado arrepentirse en la fe.[17] En el canon 18 se dice "Que a la gracia no preceden méritos.[33] Aquellos que se apartaron de Dios por sus pecados están dispuestos por la gracia de Dios a volverse atrás y ser justificados al aceptar libremente esa gracia.[34] Jacobus Arminius afirmaba la depravación total pero creía que la gracia preveniente permite a las personas responder a la oferta de salvación de Dios: "En cuanto a la gracia y el libre albedrío, esto es lo que enseño según las Escrituras y el consentimiento ortodoxo: El libre albedrío es incapaz de comenzar o perfeccionar cualquier bien verdadero y espiritual, sin la gracia.Se apresuró a observar que esta "asistencia del Espíritu Santo" es de tal suficiencia "como para mantenerse a la mayor distancia posible del pelagianismo.[9][8][10] Se dice que la gracia común deja a la gente sin excusa.