Fue dirigido por el teniente general Gustavo Rojas Pinilla y contó con el apoyo del sector no laureanista del Partido Conservador, en cabeza de Gilberto Alzate Avendaño y Mariano Ospina Pérez.
Además de lo anterior, los mismos partidos estaban fracturados por luchas internas e intrigas, que les quitaron el apoyo popular.
[5] Luego de su designación como presidente, Roberto Urdaneta se ganó el respeto del Ejército Nacional y en especial el del general Gustavo Rojas Pinilla, ya que Urdaneta había sido ministro de Guerra de Gómez y conocía a las Fuerzas Militares y porque invirtió parte importante del presupuesto nacional en modernizar a las tropas.
En ella y con una ceremonia Rojas le ofrece a Urdaneta el apoyo de toda la entidad castrense.
Gómez toma el evento como excusa para responsabilizar del hecho a algunos militares y en especial a Rojas Pinilla a pesar de que él no tenía nada que ver con los eventos, con la excepción de haber ordenado el traslado del señor Olózaga al Batallón Guardia Presidencial.
Gómez le ordena a Urdaneta que destituya al general Rojas Pinilla pero Urdaneta se niega argumentando que hasta tanto no se investigaran los hechos y reconocido a los culpables, no haría ningún movimiento de personal.
Hacia las 7 de la mañana, Laureano Gómez le ordena nuevamente a Urdaneta que destituya al general Rojas Pinilla, pero Urdaneta se niega y le dice que asuma nuevamente la presidencia y lo destituya él mismo.
Lucio Pabón, Ministro de Guerra, se rehúsa a firmar el decreto para destituir al general Rojas Pinilla, procede a renunciar y se retira de la reunión.
En horas del medio día el Secretario general del Ministerio de Guerra, Coronel José Manuel Agudelo, recibe en su despacho a los recién nombrados Jorge Leyva, Régulo Gaitán y otros oficiales en su despacho y se comunica con todos los mandos de la Brigada para informarle de los hechos, lo mismo que con varios personajes políticos incluyendo a Ospina Pérez.
Rojas llega al Batallón Caldas a las 4 de la tarde, coincidiendo con una llamada que Jorge Leyva le estaba haciendo a Navas para que lo reconociera como el nuevo Ministro de Guerra.
Hacia esa hora llama también el coronel José Manuel Agudelo para informarle a Rojas las acciones que había realizado hasta ese momento y recibe la orden de unirse a la toma del Palacio.
Momentos después hace llamar de urgencia a Urdaneta, pues su plan en ese momento era pedirle a Urdaneta que se tomara el poder y que él, Rojas, lo apoyaría.
Se considera que el gobierno de Rojas Pinilla no fue una dictadura tradicional, ya que Rojas Pinilla nunca ejerció la fuerza para llegar al gobierno, y menos para mantenerse firmemente en el poder.