El goedendag (buenos días en neerlandés) es un garrote grande, pesado y tosco armado con una afilada punta de hierro asida a él por un pesado refuerzo metálico.
Según esta fuente, un goedendag no era más que un garrote pesado con púa afilada y larga cual lanza, cuya cabeza de armas (moharra) de hierro macizo se introducía bastantes centímetros en la madera del garrote para ganar mayor peso a la hora de golpear.
Según algunos cronistas franceses, los goedendag "causaban heridas de tajo", por lo que durante mucho tiempo se creyó que eran versiones primitivas de las alabardas.
Como en otras ocasiones (véase la derrota francesa en Azincourt), la "ineptitud" o desorden de los mandos y nobles franceses fueron en buena medida los causantes de la derrota de un ejército -el suyo- infinitamente superior al de su enemigo (los caballeros europeos del momento solían mostrar, en ocasiones, una gran indisciplina al dejarse llevar por el individualismo y la búsqueda de honor personal, algo a lo que la arquetípica nobleza francesa era especialmente proclive, unido a un indudable ejercicio de subestimación y arrogancia en el caso de lo acontecido en Courtrai).
Por ello, y aunque esta batalla sirvió para iniciar el "mito" de los goedendags, posteriores batallas sirvieron para darle la revancha a los franceses, y sobre todo demostrar que la efectividad de esa tropa flamenca armada con estas armas fue más que dudosa, pues les siguieron derrotas tras las primeras victorias de la causa flamenca contra Felipe IV.