Un año antes, en 1314, Luis IV de Baviera había sido proclamado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico frente a otro candidato, Federico de Habsburgo, lo que para los confederados hubiera significado el final de su alianza con el Sacro Imperio, pues los Habsburgo se habrían anexionado los territorios confederados que reclamaban desde hacía tiempo.
La alianza con el Imperio la convertía en un protectorado y en un sitio inalcanzable para cualquier atacante.
Esta fue una de las pocas ocasiones en la Edad Media en que una comunidad campesina logró vencer a su soberano feudal.
Estas ciudades libres, aunque burguesas, hacen frente común con los paisanos contra las pretensiones de los Habsburgo.
Desde que reciben la consigna, los confederados dejan sin demora su granja, cogen su pica y se ponen en marcha.