La generación del 51, compuesta por jóvenes heterogéneos que rondaban la veintena, tuvo como misión hacer visible cuál debía ser el papel de la música en consonancia con las vanguardias europeas.
El lanzamiento del grupo comienza al inicio de los cincuenta, pero no se puede hablar de una postura vanguardista al menos hasta una década después, en 1959, con el uso del lenguaje serial.
En 1952 se inauguran en Madrid las Juventudes Musicales, dirigidas por Fernando Ember, y en 1954 aparecen artículos sobre la actividad de estos nuevos compositores.
Exceptuando esta aventura solitaria, el primer manifiesto generacional se debe al grupo madrileño Nueva Música, fundado en 1958, por iniciativa de Ramón Barce, estando compuesto por Manuel Moreno-Buendía, Antón García Abril, Cristóbal Halffter, Manuel Blancafort, Manuel Carra, Luis de Pablo y Fernando Ember.
El concierto tuvo dos virtualidades: significó el inicio en España de la música abierta y sirvió para confrontar el lugar en el que se encontraba cada uno.
Con ello el proceso formativo terminaba y el grupo madrileño se encontraba en el creativo, perfectamente imbricado en Europa.