Algunos eruditos críticos modernos, como Marcus Borg y John Dominic Crossan, afirman que ambas genealogías son invenciones, destinadas a hacer que las reivindicaciones mesiánicas se ajustaran a los criterios judíos.
Esto quiere decir que Mateo obvió a tres descendientes de Atalía y hasta la cuarta generación fue contada nuevamente.
Podemos entender que cuando alguien es desechado por Dios, ni siquiera es contado, porque escrito está: “La descendencia de los malhechores jamás será nombrada” (Isaías 14:20).
Mateo cumplió con esto al no nombrar a los tres descendientes de Acab.
Por otro lado esto solo desplaza el problema, a la generación siguiente, si Eli y Jacob eran hermanos tendrían que tener el mismo padre, en el caso de Er y Onán su padre era Judá, pero en ambas genealogías no coinciden en las posiciones ni padres, ni abuelos, ni bisabuelos, ni tatarabuelos y así durante más de treinta generaciones, lo que implica que se tuvo que aplicar el levinato durante todas las generaciones posteriores a David; finalmente aunque este fuese el caso, al menos deberían coincidir el número de generaciones, y mientras que en Mateo son 13, aunque dice que son 14, porque cuenta a María, pero en las generaciones anteriores no se cuentan a las madres, luego no tendría porque hacerse en este caso, aun así en Lucas superan la treintena.