Prestó después sus servicios en la Secretaría de Estado y Felipe III lo eligió para encabezar la embajada española a la corte de Abás I el Grande, gobernante del Imperio safávida (Persia).
Tuvo serios problemas con los portugueses, que se defendían de presuntas «injerencias castellanas», e incluso pasó un tiempo detenido.
Alcanzó las ruinas de Persépolis (que en su texto denomina «Chilminara», corrupción del persa Čehel Menāra), y describió su arruinada majestad en una vívida carta al marqués de Bedmar.
Pese a ello, España no pudo disfrutar de magna obra hasta que la Sociedad de Bibliófilos Españoles realizó una cuidada impresión en dos volúmenes en 1903.
Escribió además un relato sobre Tamerlán basándose en autores persas como Ḵᵛāndamīr, describiendo en detalle la batalla de Angora.
[8] El texto contiene numerosas referencias geográficas que muestran el profundo entendimiento del autor.
[9] Don García de Silva y Figueroa se convierte en protagonista del relato de terror y misterio Denn die Toten segeln schnell (en español, Porque los muertos navegan deprisa), obra de Salomé Guadalupe Ingelmo.