Su proyecto se atribuye a Juan de Herrera y aunque no se halle documento que lo pruebe, todo hace creer que es un diseño del afamado arquitecto de Felipe II.
En 1784 y 1829 padeció la fuente dos considerables inundaciones que le provocaron muchos desperfectos, subsanados con bienes del Municipio y pidiéndose para ello dinero al censo mediante impuestos.
De configuración rectangular, se halla distribuida en dos zonas: la fuente propiamente dicha y los lavaderos.
Su frente principal (62 x 55 metros) lo constituye una amplia galería de piedra cubierta, austera y refinada ornamentada por veinte pilastras de orden toscano de sillería, que conforman otros tantos arcos adintelados.
Antiguamente el agua brotaba por sus diez caños que rebosan a un pilón de sillería separado en compartimentos que se explotaron como abrevaderos.