Fue niño cantor del coro de la Capilla Real.
En 1823 fue timbalero en la orquesta de la Capilla Imperial y dos años después fue violonchelista.
Aún muy joven compuso un tedeum para el entonces príncipe Pedro I, quien le prometió financiar su perfeccionamiento en Europa.
Como no llegó a cumplir su promesa, en compensación lo nombró director musical de la Capilla Real.
[2] También fue regente del Teatro Lírico Fluminense, que después se transformó en la Ópera Nacional.