Tras dejar el taller comenzó a interesarse por la obra de Leonardo da Vinci.
Savonarola defendió el arte como ilustración visual directa de la Biblia para educar a los que son incapaces leerla.
Poco tiempo después de este trabajo, Rafael visitó Florencia y se hizo amigo del fraile.
Rafael, con quien entabló una gran amistad durante su estancia, finalizó dos obras que el monje había dejado en sus manos cuando este viajó a Roma.
En 1513 regresa a Roma, en donde pintó Pedro y Pablo, ahora en la Pinacoteca Vaticana.
Después pintó San Marcos evangelista para el Palacio Pitti en Florencia y los frescos del convento dominico de Pian di Mugnone.
Las figuras de Fray Bartolomeo son generalmente pequeñas y cubiertas.