[1] Las influencias que causan cambios en el sistema climático de la Tierra que alteran el equilibrio radiativo de la Tierra, forzando a las temperaturas a subir o bajar, se denominan forzamientos climáticos.
Parte del calor se irradia de nuevo al espacio, y tiende a enfriar el planeta.
Cualquier alteración de este tipo es un «forzante radiativo», y causa que se alcance un nuevo balance.
En la práctica, esto sucede continuamente, mientras que los rayos solares inciden en la superficie, se forman nubes, la concentración de varios gases de la atmósfera varía y según las estaciones se modificar la cobertura del suelo.
El IPCC utiliza el término «forzamiento radiativo» con el sentido específico de una perturbación externa impuesta al balance radiativo del sistema climático de la Tierra, que puede conducir a cambios en los parámetros climáticos.
Otras posibles herramientas pueden ser construidas con el mismo propósito: por ejemplo, Shine et al.
Esta nueva metodología no estima ningún ajuste o retroalimentación que pueda producirse en la troposfera (además de los ajustes de la temperatura estratosférica), para lo cual se ha introducido otra definición, denominada forzamiento radiativo efectivo.
[11] La tabla incluye la contribución al forzamiento radiativo a partir del dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O); clorofluorocarburos (CFC) 12 y 11; y otros quince gases menores, de larga vida, halogenados.
La disminución de los CFC ha atenuado considerablemente el aumento del forzamiento radiativo neto.