Falleció en Hecelchakán, Capitanía General de Yucatán, Nueva España.
[1] Fernando Centeno tuvo una carrera de administrador real en la Nueva España.
Este falleció inesperadamente durante su mandato al poco tiempo, en marzo de 1635, y Centeno aprovechó el deceso para convencer al virrey de que lo volviera a nombrar gobernador interino, cosa que logró a pesar de la mala fama pública que tenía en la región.
El grupo afectado que era más numeroso hizo llegar su queja a España poniendo al gobernador en situación muy difícil.
Su esposa, después de los servicios fúnebres, siguió su viaje hacia Europa también con mala suerte ya que tomó una embarcación que apenas se había hecho a la mar fue asaltada por los piratas quienes le robaron todas sus posesiones y estuvieron a punto de matarla.