Felipe Ariosto, pintor boloñés, es conocido exclusivamente por los trabajos que realizó de 1586 a 1588 para las diputaciones generales de Aragón y Cataluña.
Esta serie se perdió con el incendio del palacio en el primer sitio de Zaragoza de 1808 y solo es conocida por las copias encargadas a Francisco Camilo, Vicente Tió y los hermanos Urzanqui en 1634 con destino al palacio del Buen Retiro.
[1] La serie aragonesa constaba de cuarenta retratos, comenzando con los míticos reyes de Sobrarbe y acabando con el rey reinante, Felipe II, y llevaban el escudo condal o real en el ángulo superior derecho, la empresa y mote personales en el inferior derecho, y unas cartelas explicativas redactadas por el cronista Jerónimo de Blancas, pero los retratos efectivamente pintados por Ariosto fueron treinta y ocho, pues los de Felipe II y su padre el emperador Carlos V se reservaron para el pintor de cámara Alonso Sánchez Coello.
[2] De los retratos, además de la copia citada para el Buen Retiro, se hicieron copias para adornar las casas consistoriales de algunos municipios aragoneses y los citan algunos de los cronistas que se ocupan del palacio de la Diputación, pero del autor, ignorado por Jusepe Martínez y todas las fuentes antiguas, nada se dice y resulta difícil explicar el motivo por el que fue elegido para tan importante encargo.
[7] En la elección de quiénes habían de quedar incluidos en la serie hubo cierta polémica entre Françesc Calça, a quien primero se encomendó el catálogo, y Frederic Despalau, portavoz del estamento militar, pues el primero, defensor de las tesis pactistas, proponía comenzar la serie con los cuatro reyes moros y el segundo sostenía que «més honra here de la nacio cathalana pendre lo horigen dels reys godos pus havien dominada esta terra y tota la Espanya; y nosaltres nos preshiaven habaxar dells perquè foren molt bons cristians y persones molt vallerosas, y ya agut molts sants dels dits godos», como así se aceptó, agregando un cuadro con las cabezas de los reyes moros más la de Carlos Martel que sería pagado a Ariosto como un solo cuadro, finalmente sustituido por el San Jorge.