El ciclo completo, denominado lunación, es de 29,53 días, durante el cual la Luna pasa el novilunio, su porción iluminada visible vuelve a aumentar gradualmente, y dos semanas después, ocurre el plenilunio y, alrededor de las dos semanas siguientes, vuelve de nuevo a disminuir y el satélite entra otra vez en la nueva fase.
[cita requerida] Finalmente, ocurre una perfecta alineación entre el Sol, la Tierra y la Luna, lo que da lugar a los eclipses.
Esto implica que, a partir de la nueva Luna, el satélite quedará cada vez más distante del Sol, volviéndose más prominente a la luna llena, cuando se encuentra frente al Sol.
[3] Al realizar su trayectoria, hay un cambio gradual en las fases de la Luna, divididas en cuatro etapas principales.
Unas quince horas más tarde, sí es posible, pero extremadamente difícil, ver un pequeño borde de la superficie lunar iluminada.
[4][5][6] Alrededor de una semana después, la mitad del disco lunar se encuentra iluminada, lo que caracteriza el cuarto creciente.
[4][5][6] Debido al accidentado relieve lunar, la región del terminador (la transición entre la parte visible y oculta de la luna) tiene un brillo más bajo, debido a las sombras proyectadas por las montañas y los cráteres.
La luna en esa fase sale a medianoche, por lo que se hace visible sólo durante la primera mitad del día.
Por último, la parte visible disminuye hasta tornarse nula, volviendo por lo tanto, a fase nueva.
[4][5][6] Las fases de la luna son: El tiempo transcurrido entre dos novilunios se llama mes lunar o mes sinódico y es de 29,53 días solares medios, lo que es lo mismo decir: 29 días, 12 horas, 43 minutos y 12 segundos.
Entonces la Luna, durante totalidad del eclipse, adquiere un color rojizo en función de la luz dispersada por la atmósfera terrestre.
Posiblemente, desde el Paleolítico, las comunidades humanas utilizaron el tiempo de la luna llena, debido a su brillo, para hacer salidas nocturnas.
Incluso en las culturas donde la Luna no está representada por las deidades personificadas, sus fases son asociadas a ciclos de abundancia, miseria, vida, muerte y renacimiento.
La similitud en la apariencia en la parte luminosa de algunas fases se presta muchas veces para la confusión... es usual que el ojo no entrenado en este sentido, no sepa distinguir con sólo ver a simple vista entre el cuarto creciente y el cuarto menguante.
Existen varios métodos utilizados para resolver este asunto; uno de los más sencillos es una simple regla mnemotécnica basada en una rima la cual dice así: «Barriga a Levante, cuarto menguante; barriga a Poniente, cuarto creciente».