Se casa en 1962 con Gustavo Adolfo Perera, con quien tendrá a sus hijas Jimena (1964) y Micaela (1970).
Especialmente tenían un puesto en la feria de Santa Lucía en Barcelona donde vendían sus obras.
En 1986 obtiene el Primer Premio Adquisición del XXXVII Salón Municipal de Expresión Plástica.
Radicada en Barcelona, comienza a experimentar con esmaltes y se interesa por nuevas técnicas.
En 1986 trabaja en la técnica milenaria oriental rakú, de la cual se convierte en exponente local destacada.
Las piezas de rakú, formadas mediante el torno, luego son alteradas manualmente con diversos instrumentos.
Por su verdadera naturaleza, por ser elaborados con las manos —nuestra primera herramienta—, los cacharros mantienen una relación directa con el corazón, de modo que su trabajo siempre conlleva una condición humana.