Etsi multa

Comienza el papa la encíclica con una mirada llena de fe sobre la situación que atraviesa la Iglesia Comienza el papa refiriéndose al despojo que han sufrido en Roma distintas comunidades religiosas; unos hechos a los que se une la supresión por el Estado de la Universidad Gregoriana.

[5]​ La inmensa mayoría de los fieles, tanto en Suiza como en Prusia, han mantenido su unión con la jerarquía, lo que ha dado lugar a falsas e injustas acusaciones de desobediencia a la ley civil.

Se proclaman católicos, cuando rechazan el magisterio infalible del papa y de toda la iglesia docente, tal como lo proclamó el Concilio Ecuménico Vaticano.

Apartados de la unidad, han elegido y constituido como pseudo-obispo a Humberto Reinkens, un conocido apóstata.

En este sentido recoge el papa unas palabras de San Juan Crisóstomo: Con estas ideas concluye la encíclica, impartiendo como es habitual la Bendición Apostólica, a los obispos a quien dirige la encíclica al clero y al pueblo que tienen encomendado.