[1] En 1790, los marinos y exploradores españoles Manuel Quimper y Juan Carrasco, navegando a bordo del Princesa Real, dieron el nombre de Boca de Fidalgo, en honor de Salvador Fidalgo, al estrecho de Rosario, que pensaron que era una bahía.
En 1792, el británico George Vancouver exploró la región y le dio su nombre actual, aunque no propuso un nombre para el estrecho Rosario.
Luego, en 1847, el capitán británico Henry Kellett, reorganizó las cartas del Almirantazgo británico en un proceso de eliminación de los nombres «pro-estadounidenses» dados por Wilkes y afirmando los «pro-británicos» y los españoles.
[2] Tras el Tratado de Oregón, los británicos asumieron que la ruta del canal más profundo hasta el mar abierto desde el final de la frontera del paralelo 49° pasaba por estas aguas desde el centro del estrecho de Georgia, ya que, de hecho, era la ruta marítima más corta.
Sin embargo, el estrecho de Haro, al oeste de las islas San Juan, que es más amplio aunque algo más largo, era la frontera preferida por los estadounidenses y su ubicación final, tras el arbitraje de la disputa sobre las islas San Juan, conocido como la guerra del Cerdo.