Se conoce con el nombre de estereotipo (del griego: στερεός [stereós], «sólido», y τύπος [typos], «impresión, molde»)[1] a la percepción o creencias generalizadas, que se tiene sobre un determinado grupo o categoría de personas.
Estos tres componentes no necesariamente aparecen todos juntos, uno puede asociar a unos grupos características negativas sin sentir hostilidad o reticencia hacia el mismo y sin excluirlos de ámbitos sociales como el trabajo.
Representar a alguien con ciertas características remite a un estereotipo, manifestar desprecio u hostilidad por su grupo de pertenencia se relaciona con un prejuicio, y finalmente llevar adelante acciones sobre la base de esos prejuicios supone una discriminación.
[7] Están constituidos por opiniones preconcebidas, prejuicios, actitudes, vivencias y creencias impuestas por el medio social y cultural; que se aplican de forma generalizada a todas las personas pertenecientes a una categoría, nacionalidad, etnia, edad, género, orientación sexual, religión, ideología, procedencia geográfica, etcétera.
[8] En la literatura y el arte, los estereotipos son clichés, personajes o situaciones predecibles.
Es muy común ver estereotipos relacionados directamente con las clases sociales, en donde, en televisión, cine y publicidad, es constante ver imaginarios mundos perfectos, donde ocurren situaciones de típicas comedias americanas, con protagonistas que poseen perfiles euro centristas, además de plasmar una extrema riqueza y modernidad en su entorno.
[11] La palabra estereotipo, formada por los vocablos griegos stereós (sólidos) y typos (carácter, tipo o modelo), es un neologismo creado en el siglo XVIII en el ámbito de la tipografía para designar un conjunto de tipos sólidos o fijos.
El significado original y sus derivados fueron extendiéndose a un concepto cada vez más figurativo.
Por tanto, apareció una nueva acepción que supone un puente entre su origen tipográfico y su significado actual dentro de las ciencias sociales; tal acepción se refiere a cualquier cosa que se repita sistemáticamente, sin variación.
Los mensajes publicitarios usan estereotipos icónicos para instalarnos en un universo onírico al que accederemos, por supuesto, tras la adquisición del producto anunciado.
Aparecen piratas, pistoleros, bandidos… como nuevos héroes que se enfrentan al orden establecido y el villano pasa a ser un elemento propio del sistema como lo es la sociedad burguesa, las costumbres acomodadas o el ejército.
El siglo XX, debido a su carácter bélico proporciona nuevos elementos, por ejemplo la influencia americana propone nuevos villanos, personalizados en japoneses y alemanes contra los que el héroe ha de luchar para defender la libertad del mundo.
«Por desgracia y en un gran porcentaje de los casos, cuando la mujer aparece en imágenes, lo hace en muchas ocasiones representado a ciertos estereotipos que han resistido al paso del tiempo y que siguen estando presentes en la mayoría de las sociedades.
Señala que la distancia con respecto a las grandes responsabilidades en este ámbito profesional y a las columnas importantes se traduce en menos probabilidades de encontrase con gente famosa, facilitando en cambio un mayor acceso a personajes más anónimos y reportajes menos brillantes, lo que en resumen produce un periodismo tipificado como femenino.
Asimismo, en 1991 The International Federation of Journalism (IFJ) admitió que el 27 % de los periodistas que trabajaban en los medios eran mujeres, en 2001 ya superaban el 38 %, sin embargo este estudio también reconoce diferencias significativas en función del país analizado.
Según afirma Cramer, las mujeres están prefiriendo trabajar en los telediarios que en los informativos de la radio.
Los altos cargos son tan pocos y cuesta tanto acceder a ellos que no hay «suficiente pastel para repartir».
Muchas veces en un principio pueden resultar forzados o incluso cómicos, pero al final acaban siendo aceptados.
Así se crearán unos estereotipos definidos que no aparecen con tanta simplicidad en la realidad.
A su vez, son mostrados como poco profundos y muy superficiales, esencialmente incompetentes.
Los creativos publicitarios recurren siempre a modelos atractivos para llamar la atención del público y con ello pretenden que el público crea que, al consumir su producto o servicios, su físico será tal y como se muestra en la publicidad y que de esa forma su vida será mejor.
En muchos casos, esa necesidad generada de alcanzar el ideal físico mostrado en la publicidad da lugar a trastornos alimenticios (anorexia, bulimia) y otros problemas psicológicos, sobre todo en adolescentes, que son un blanco fácil para este tipo de presiones.
Las niñas suelen ser representadas como obedientes, delicadas y ordenadas, que ayudan a la madre en el hogar asumiendo responsabilidades desde una edad muy temprana.
Por el contrario, los niños suelen mostrarse como inquietos y rebeldes, aunque a su vez son emprendedores.
[19] En resumen, el uso de estereotipos es negativo cuando empiezan a convertirse en prejuicios y condicionantes.
Este imperialismo cultural deriva en un mercado cinematográfico —especialmente el occidental— con referencias y estereotipos bastos.
[26] Pero recurrir al estereotipo refuerza los tópicos, generalmente alejados de la realidad a la que aparenta representar, ya que, para Pérez Serrano «el cine contribuye a la formación, mantenimiento o eliminación de estereotipos, según apoyen o no las creencias aceptadas socialmente.
Esta frase del teórico Robert Stam (1999) define no solo la teoría, sino también una realidad.
Los rusos suelen aparecer como agentes, exagentes secretos o mafiosos dispuestos a poner en peligro la seguridad mundial.
En la medida en que un sujeto es agregado a una categoría social o grupal, se le atribuyen determinadas características.