Este lo bautizó con dicho nombre (también se le conoce como la piedra de Yauya).
La pieza lítica, que es de estilo inconfundiblemente chavín, debió ser trasladada a Yauya en época no precisada, teniendo en cuenta que en esta localidad no existen yacimientos de la época formativa.
Tello describió minuciosamente el monolito y concluyó que la imagen labrada en su superficie es de una divinidad ictiomorfa, es decir, con forma de pez, pero vinculada al felino y a la luna.
Hoy este fragmento se halla guardado en el Colegio San Diego de Chincho.
Los estudios más importantes sobre la estela de Yauya han sido los realizados por los arqueólogos Richard Burger y Álex Herrera.
Sobre su superficie frontal se halla representada en altorrelieve la imagen de un ser híbrido, monstruoso, mostrado por sus dos costados, en forma vertical.
Sobre los grabados que se aprecian en la estela de Yauya existen diversas interpretaciones.