[3][4] La función que cumplía es motivo de controversia entre quienes lo estudian desde su descubrimiento y hasta el presente.
[6] El obelisco hallado por Alfaro se encontraba fracturado: era el fragmento más grande de una pieza mayor.
Este fragmento fue trasladado a la puerta de la iglesia del pueblo, donde en 1919 lo halló Julio C. Tello, quien lo calcó para su estudio.
[5] Días más tarde, el 18 de julio, se inauguró el museo con la presencia del presidente peruano Alan García Pérez.
Se desconoce su ubicación original y no hay evidencia arquitectónica o estratigráfica que ayude a determinar su edad.
Ninguna de las cabezas clavas está ejecutada al estilo del obelisco Tello y sólo unas pocas esculturas se le parecen.
Desmontaron la pieza y añadieron una barra de acero inoxidable en el centro del obelisco para unir los fragmentos separados.
[7] Las imágenes representadas han sido interpretadas de distintas maneras para elucidar la cosmovisión, ideología o religión en Chavín por estudiosos como Julio César Tello (1923), Rebeca Carrión Cachot (1948), John Rowe (1967), Peter G. Roe (1968), Donald Lathrap (1982), Federico Kauffmann Doig, Marco Curatola (1991), Richard Burger (1992), Peter Kaulicke (1994), Cristóbal Campana (1995), Gary Urton (1996), Krzysztof Makowski (1996) y Henning Bischof (2008).
[28] En ese sentido, las representaciones en el obelisco tendrían la función de transmitir una enseñanza, «una compleja doctrina religiosa» relacionada al concepto del axis mundi.
Para John Rowe, las figuras representan un caimán que «es una divinidad o a lo menos un ser mítico importante».
[30] No obstante, si las imágenes talladas en las cuatro caras del obelisco son mitológicas y pertenecen a un mito, el orden narrativo de los hechos narrados en el obelisco es desconocido para el investigador moderno: sin una canción, una pista musical o un relato actual similar no hay un conjunto de comparación con el que trabajar.