Este Gobierno de Euzkadi fue presidido por José Antonio Aguirre, del Partido Nacionalista Vasco, y contó con participación de representantes del PSOE, PCE, Acción Nacionalista Vasca, Izquierda Republicana y Unión Republicana.
Al final, el Estatuto fue consensuado con el PNV, que se había distanciado de la Comunión Tradicionalista carlista.
[4] Ello obligó a una nueva redacción del proyecto y a un nuevo retraso, también debido a que el Gobierno de Azaña no situó al Estatuto vasco entre sus prioridades, ya que los republicanos de izquierda y los socialistas se oponían al nacionalismo vasco, como lo demostraron los enfrentamientos callejeros entre jóvenes nacionalistas y socialistas.
Tampoco aceptó formar parte del Frente Nacional Vasco por la independencia, propuesto por el semanario Jagi-Jagi al PNV y a Acción Nacionalista Vasca; este último partido se incorporó a la candidatura del Frente Popular, cuyo lema en el País Vasco fue: «Amnistía, Estatuto, ni un desahucio más».
Así, el PNV se presentó en solitario con el eslogan: «¡Por la civilización cristiana, por la libertad de la patria [vasca] y por la justicia social!».
De este modo, siguió siendo la fuerza mayoritaria en el País Vasco con nueve diputados, frente a los siete del Frente Popular y uno, por Álava, del bloque de derechas encabezado por la Comunión Tradicionalista; que, en cambio, copó los siete escaños que correspondían a Navarra.
[9] Tras la formación del Gobierno del Frente Popular, Prieto y Aguirre acordaron reanudar el debate parlamentario del proyecto de estatuto, que había quedado paralizado durante el «Bienio Conservador», y resolver al mismo tiempo la cuestión de Álava, que había sido utilizada por las derechas para obstaculizar su tramitación en las Cortes.
La Comisión de Estatutos, presidida por Prieto, propuso un proyecto con pocos artículos, que el PNV aceptó.
[11] El PNV no se sumó al alzamiento y se mantuvo fiel a la República, a pesar de no formar parte del Frente Popular ni de ser un partido confesional católico.
[13] Ante la imposibilidad de celebrar elecciones al Parlamento vasco, se estableció en una disposición transitoria del Estatuto que el primer presidente del Gobierno vasco sería nombrado por los concejales de los ayuntamientos no ocupados por los franquistas.
En consecuencia, la situación política y social del País Vasco republicano fue completamente diferente a la del resto de la zona republicana, ya que allí se respetó a la Iglesia católica; no hubo revolución social, ni «checas» ni tribunales actuando al margen de la ley; y existió, además, un pluralismo político mucho mayor.
[14] En el momento en que Aguirre fue nombrado lendakari, el frente se había estabilizado y así permaneció hasta marzo de 1937, cuando las tropas franquistas reanudaron su ofensiva.