Un miércoles que partiera el príncipe don Enrique a buscar algún buen pique para su espada ropera, saliera sin otra espera de Olmedo tan gran compaña, que con mui fermosa maña al Puerto se retrujera.
En Francia se habla por primera vez de la espada ropera (la rapière) en documentos en torno a 1474.
Edwart Oakeshott, en su libro European Weapons and Armour, indica que ya a principios del siglo XVI el término estaba bien establecido en Francia, adoptándolo pronto los ingleses.
Su uso se extendió esencialmente por España e Italia, perdurando hasta bien entrado el siglo XVIII.
Un gran pomo (a menudo decorado) asegura la empuñadura al arma y proporciona algo de peso para equilibrar la hoja larga.
Varios maestros de la espada ropera dividieron la hoja en dos, tres, cuatro, cinco o incluso nueve partes.
Hubo un desacuerdo histórico sobre cómo de largo debería ser la espada ropera ideal, con algunos maestros, como Thibault, denigrando a quienes recomendaban hojas más largas; La longitud recomendada por el propio Thibault era tal que la cruz de la espada estuviera a la altura del ombligo cuando se paraba de forma natural con la punta apoyada en el suelo.
Un broquel es un pequeño escudo redondo que también se usaba con otras hojas, como la espada armada.
Sin embargo, usar la espada ropera con su daga de parada es la práctica más común, y podría decirse que se ha considerado como el arma de acompañamiento más adecuada y efectiva para la espada ropera.
Una daga de parada no solo permite a los usuarios defenderse en este escenario en el que la espada ropera no es muy bueno para proteger al usuario, sino que también les permite atacar a una distancia tan corta.
Por ejemplo, las acciones suelen darse en un solo tiempo (uniendo la parada y la respuesta en un movimiento continuado), dada su mayor inercia.
Algunas personas, como George Silver, desaprobaron su potencial técnico y el uso de duelo que se le dio.
Para el año 1715, la espada ropera había sido reemplazado en gran medida por el espadín más liviano en la mayor parte de Europa, aunque la primera continuó usándose, como lo demuestran los tratados de Donald McBane (1728), P. J. F. Girard (1736) y Domenico Angelo (1787).
La espada ropera todavía se utiliza hoy en día por los oficiales de la Guardia suiza del papa.