[7] En su alocución destinada a las obstetras, Pío XII ofrece su interpretación de los placeres sexuales:
El Concilio Vaticano II tomó como referente literal a estas citas sobre conciencia emanadas de Pío XII en el documento denominado Lumen Gentium, concluyendo que los fieles:
[13] Para Pío XII, la ciencia y la religión son hermanas celestiales, constituyéndose en manifestaciones distintas de la exactitud divina, por lo que en términos generales, no es posible que se contradigan la una a la otra;[n 1] en particular, y con respecto a dicha relación, su consejero -el profesor Robert Leiber- escribió: «Pío XII fue muy cuidadoso de no cerrar ninguna puerta prematuramente, siendo enérgico respecto a este punto, lamentando por cierto lo sucedido con Galileo».
Gracias a Lemaitre, el pontífice estuvo bien informado respecto al desarrollo de la astrofísica moderna.
[15] El papa llegó a señalar que estos hechos debieran continuarse investigando, y que las teorías encontradas en dicho contexto debieran ser «(...) nuevos desarrollos y pruebas en orden a ofrecer una base segura para el razonamiento» (Pío XII, 1939, p.