Se escapó de su casa a los 16 años e ingresó al mundo del espectáculo trabajando en un circo.
Fernand Crommelynck (El magnífico cornudo), Miguel de Unamuno (Todo un hombre, Raquel), y Leonid Andréiev (El pensamiento).
Fue un autodidacta, amigo de peregrinar, un auténtico bohemio que también exhibió sus dotes actorales en España, Italia y en incontables países sudamericanos.
También dirigió una compañía teatral Rivera-De Rosas que fundó junto a su mujer Matilde Rivera.
Alguien le comentó en su gira española Si el público te tira sus sombreros, sigue por Europa, y eso fue lo que hicieron.