Emilio Mitre (ingeniero)

Recorrió diversos países europeos, y en Inglaterra se lo nombró miembro correspondiente del Instituto de Ingenieros Civiles.

Tras su regreso a Buenos Aires, continuó ejerciendo su profesión, así como también colaborando en el diario mencionado.

A partir de 1894 tomó la dirección del diario La Nación, desde donde abogó por la paz entre Chile y Argentina.

Desde su regreso fue preocupación permanente del joven técnico dedicar sus esfuerzos a la solución de los problemas prácticos que afligían al país.

Ferrocarriles, caminos, diques, puertos, telégrafos, todo estaba por hacerse cuando comenzaban a multiplicarse los ganados y las áreas sembradas.

Un ingeniero tenía una enorme labor por delante en la Argentina de 1880 y Emilio Mitre comenzó a realizarla.

Había crecido al calor de las pasiones políticas y no hubiera podido mantenerse ajeno a ellas en cuanto respetara el ejemplo paterno.

Aristóbulo del Valle le ofreció una cartera en el gabinete que, a pedido del presidente Luis Sáenz Peña, constituyó a principios de julio, pero la rechazó porque no quería perder su independencia política; y pocos días después se lo vio sumado a uno de los bandos revolucionarios que se proponían derrocar al gobernador bonaerense.

Emilio Mitre se anticipaba a todos previendo las dificultades y las necesidades futuras del país.

Como en ocasiones semejantes, su estudio serio y metódico del problema reveló su contracción a los asuntos públicos, y acaso por eso quiso contar Roca con su colaboración al organizar el gabinete que debía acompañarlo en su segunda presidencia.

Una vez más desechó Emilio Mitre los cargos ejecutivos y prefirió atenerse a su labor periodística y par-lamentaria sin contraer responsabilidades de gobierno, que acaso no pudiera compartir con plena tranquilidad de ánimo.

Aunque vigiladas por la razón, vibraban, sin embargo, en su espíritu las pasiones, y la pasión política entre todas, que no era en él ambición de poder, sino como un entusiasmo fervoroso por el destino de la colectividad.

Para Emilio Mitre el sistema era la negación del régimen republicano, y acaso por eso quiso que se llamara «republicano» el partido político que constituyó en 1902 para combatir a un tiempo las candidaturas oficiales y la indiferencia ciudadana.

Algunos miembros del partido como Manuel Quintana (que luego sería elegido por Roca como candidato a presidente) y Antonio Bermejo buscaban continuar el pacto que había entre mitristas y el Partido Autonomista Nacional, mientras que la fracción que encabezaba Emilio Mitre, llamada "Club Popular", junto a otros dirigentes como Guillermo Udaondo, Juan Carballido, Emilio Frers, Norberto Piñero etc, y miembros que provenían de otros partidos como el caso de los ex radicales Lisandro de la Torre y Juan Mamerto Garro buscaban la implementación del sufragio libre y la purificación de la democracia.

José Evaristo Uriburu y Guillermo Udaondo fueron los hombres que propuso al país el Partido Republicano para las elecciones de 1904.

Ese día levantamos como tema el imperio del sufragio libre y protestamos virilmente contra el régimen de absorción oficialista que tenía cristalizada la vida pública de la Nación y anuladas sus energías».

Con esa bandera fue a la lucha el nuevo partido, y, como era previsible, los resultados contrariaron las aspiraciones renovadoras.

Entendió la política como una lenta y cotidiana labor constructiva, como un deber propio de su condición de ciudadano, como un tributo debido a la colectividad; y no hizo otra política que aquella a la que se sentía obligado por sus convicciones.

En esa ocasión el doctor Carlos Saavedra Lamas leyó un discurso, Ezequiel Ramos Mejía, lo llamó “constante Ministro de Obras Públicas…”.

El matrimonio no tuvo hijos, pero criaron como tal a su sobrina María Delfina Astengo, quien se casó con don Guillermo H. Moores.

Emilio Mitre en 1900
Mitre en 1896
En su escritorio del diario La Nación en 1896
E. Mitre, su tumba en el cementerio de la Recoleta.