Tras haber marcado las tablillas de madera, esta estructura se trasladó a Gijón y se volvió a montar pieza por pieza en el Cerro de Santa Catalina.
Tanto la armadura como el resto de la parte técnica fueron diseñados por el ingeniero de caminos José Antonio Fernández Ordóñez, con quien Chillida ya había colaborado en otras ocasiones.
Por último, la superficie de la escultura se sometió a una limpieza con ácidos que culminó con la obtención del color original del hormigón.
Estuvieron presentes la alcaldesa Ana González y Luis Chillida, hijo del artista.
Durante el acto se inauguró asimismo una exposición sobre la escultura titulada "Elogio del horizonte, mirando al futuro", comisariada por Héctor Blanco y Luis Miguel Piñera.