En la instalación intervino también el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez.
Su transformación en parque público se realizó gracias a un proyecto de Martorell-Bohigas-Mackay, en 1987.
[3] En 1998 la escultura se soltó de los cables que la sujetaban y cayó al suelo, aunque por fortuna no sufrió graves desperfectos, y pocas semanas después fue restituida.
Su caída, debida al parecer a un fallo en el anclaje, provocó tres heridos.
Como su título indica, la obra es un homenaje al agua, la cual jugaba un factor importante en la apreciación de la escultura; según el propio autor «yo hago la mitad de la escultura; la otra mitad la hace el agua».