La película es fiel a la obra original pero, según cuenta el director, cada cambio que se hacía era motivo de largas discusiones con De Cecco, lo que lo llevó a decidir que nunca más haría una película trabajando con el autor de la obra original.
Las circunstancias del drama pesan por turno sobre una hija obstinada en vengar al padre, una esposa infiel y un hijo en plena lucha por encontrarse a sí mismo y dejar de vivir para cumplir mandatos ajenos.
Se trata de una corriente crítica hacia al menos tres direcciones fundamentales: 1) contra los anteriores modelos de escritura dramática: se plantearon llevar a la escena al hombre común argentino, en términos más realistas, más cercanos a la cotidianeidad, prescindiendo de la necesidad del personaje "optimista" y de la defensa del "triunfo final" propios del realismo socialista maniqueo.
Para el papel de Elena se barajaron varios nombres, entre ellos Bárbara Mugica (sobrina del director), Cipe Lincovsky y Élida Gay Palmer.
René Mugica entonces toma una prueba a la actriz Fina Basser, esposa de Martín Rodríguez Mentasti, y la elige.