El mundo de ayer

[4]​ Es sin embargo una memoria reservada, en la que no se menciona la vida sentimental del autor.

Los efectos trágicos del antisemitismo contemporáneo se discuten, pero Zweig no analiza en detalle su identidad judía.

Según Zweig, las antiguas sociedades europeas, en las que la religión (esto es, el cristianismo) tuvo un papel central, condenaban los impulsos sexuales como si fueran obra del demonio.

La sexualidad quedaba así sin mencionar y era lo inmencionable, aunque siguió existiendo en un mundo paralelo que no se podía describir, principalmente la prostitución.

La moda de la época contribuiría a esta particular opresión al negar la existencia del cuerpo femenino y constriñéndolo mediante corsés.

De particular interés es la descripción de Zweig de varias personalidades intelectuales, incluyendo a Theodor Herzl, el fundador del moderno sionismo político, Rainer Maria Rilke, el poeta belga Emile Verhaeren, el compositor Ferruccio Busoni, el filósofo antifascista Benedetto Croce, Maxim Gorky, Hugo von Hofmannsthal, el empresario y político alemán Walther Rathenau y su amigo pacifista Romain Rolland.

Haushofer fue el fundador de la geopolítica y se convirtió más tarde en una influencia sobre Adolf Hitler.

Zweig admite que, como hombre joven, no reconoció el próximo peligro del nacionalsocialismo, quienes empezaron a organizarse y promover agitación en Austria en los años veinte.

Stefan Zweig hacia 1900.
El Café Griensteidl en Viena, en algún momento anterior a 1897. Zweig se refiere a él como el «cuartel general de la literatura joven».