Las distintas propuestas dignas de estudio han oscilado entre 1041 (Menéndez Pidal) y 1057 (Ubieto Arteta), aunque actualmente cuenta con más partidarios una fecha situada entre 1045 y 1050; según Martínez Díez lo más probable es que naciera en 1048.En su séquito fue instruido tanto en el manejo de las armas como en sus primeras letras, pues está documentado que sabía leer y escribir.Durante el reinado de Sancho II de Castilla las tareas del armiger (guardar las armas del señor, fundamentalmente en ceremonias formales) serían encomendadas a caballeros jóvenes que se iniciaban en las funciones palatinas.Los tres hermanos se disputaban la primacía sobre el reino dividido tras la muerte del padre y luchaban por reunificarlo.Quizá en estas campañas ganara Rodrigo Díaz el sobrenombre de «Campeador», es decir, guerrero en batallas a campo abierto.[49] Junto con sus vasallos o «mesnada» se estableció desde 1081 hasta 1086 como guerrero bajo las órdenes del rey de Zaragoza al-Muqtadir, quien, gravemente enfermo, fue sucedido en 1081 por al-Mutamán.Murieron Ramiro de Pamplona y Gonzalo Salvadórez, entre otros importantes magnates cristianos, aunque Alfonso VI esquivó la celada.El episodio pasó a ser conocido en la historiografía como la «traición de Rueda».Poco después, el Cid se personó en el lugar de los hechos tras haber estado en Tudela, probablemente enviado por al-Mutamán, previendo un ataque leonés y castellano a gran escala, y aseguró a Alfonso VI que no había tenido ninguna implicación en esta traición, explicaciones que Alfonso aceptó.Ante esta difícil situación, Rodrigo Díaz marchó a Castilla al encuentro de su rey para solicitar refuerzos y planear la estrategia defensiva en un futuro.Fruto de estos planes y acciones sería la posterior intervención cidiana en el Levante, que traería como resultado una sucesión encadenada de acciones bélicas que le llevarían a acabar por rendir la capital del Turia.Posteriormente, El Cid comenzó a cobrar para sí mismo las parias que anteriormente Valencia pagaba a Barcelona o al rey Alfonso VI y estableció con ello un protectorado sobre toda la zona, incluida la taifa de Albarracín y Murviedro.[58] Sin embargo, antes de terminar 1088, se produciría un nuevo desencuentro entre el caudillo castellano y su rey.Alfonso acudió al rescate de la fortaleza y ordenó a Rodrigo que marchara a su encuentro en Villena para sumar sus fuerzas, pero el Campeador, no acabó por reunirse con su rey, sin que se pueda discernir si la causa fue un problema logístico o la decisión del Cid de evitar el encuentro.[62] Como consecuencia de estas victorias el Cid se convirtió en la figura más poderosa del oriente de la Península, estableciendo un protectorado sobre Levante que tenía como tributarios a Valencia, Lérida, Tortosa, Denia, Albarracín, Alpuente, Sagunto, Jérica, Segorbe y Almenara.Rodrigo, que estaba en Zaragoza (la única taifa que no le tributaba parias) recabando el apoyo de al-Musta'in II, tomó represalias contra el territorio castellano mediante una enérgica campaña de saqueo en La Rioja.Tras estos acontecimientos, ninguna fuerza cristiana se pudo oponer al Cid, y solo el potente Imperio almorávide, entonces en la cima de su poderío militar, podía hacerle frente.Ya no recibirían los valencianos más auxilio y la ciudad empezó a sufrir las consecuencias del desabastecimiento.[67] Ibn Ŷaḥḥāf fue quemado vivo por el Cid, quien se vengaba así de que asesinara a su protegido y tributario al-Qadir,[68] pero aplicando también al parecer una costumbre islámica.También en 1098 consagró la nueva Catedral de Santa María, reformando la que había sido mezquita aljama.Entre ese año y 1107 Ibn Alqama o el visir de al-Qádir Ibn al-Farach (según las últimas investigaciones) compone su Manifiesto elocuente sobre el infausto incidente o Historia de Valencia (Al-bayan al-wadih fi-l-mulimm al-fadih), que narra los momentos previos a la conquista de Valencia por el Cid y las vicisitudes del señorío cristiano.Para noticias más fieles a su biografía real existe una crónica en latín, la Historia Roderici (c. 1190), concisa y bastante fiable, aunque con importantes lagunas en varios periodos de la vida del Campeador.Junto a los testimonios de historiadores árabes es la principal fuente sobre el Rodrigo Díaz histórico.Así, comentando la razia del Campeador por tierras de La Rioja, el autor se muestra muy crítico con el protagonista, como se puede ver en la manera como describe y valora su razia por La Rioja:[85] A pesar de ello no deja de ser un texto destinado a exaltar las cualidades guerreras del Campeador, lo cual se refleja ya en su íncipit, que reza hic incipit (o incipiunt según otro manuscrito más tardío) gesta Roderici Campidocti ('aquí empieza' o 'empiezan las hazañas de Rodrigo el Campeador').[86] La literatura de creación pronto inventó aquello que se desconocía o completaba la figura del Cid, contaminando progresivamente las fuentes más históricas con las leyendas orales que iban surgiendo para ensalzarlo y despojar su biografía de los elementos menos aceptables por la mentalidad cristiana y el modelo heroico que se quería configurar, como su servicio al rey musulmán de Saraqusta.La versión del Cid que ofrece el Cantar constituye un modelo de mesura y equilibrio.[89] La literaturización y desarrollo de detalles anecdóticos ajenos a los hechos históricos también se da en las crónicas desde muy pronto.Para dar unidad biográfica a estas series de romances se elaboraron compilaciones que orgánicamente reconstruían la vida del héroe, entre las que sobresale la titulada Romancero e historia del Cid (Lisboa, 1605), reunida por Juan de Escobar y profusamente reeditada.Hay que mencionar también, aunque no ha llegado a conservarse, la comedia El conde de las manos blancas o Las hazañas del Cid y su muerte, con la toma de Valencia, citada también como Comedia del Cid, doña Sol y doña Elvira, compuesta por el dramaturgo caraceño Alfonso Hurtado de Velarde, que falleció en 1638 y estaba especializado en el género denominado comedia heroica.En el siglo XX se realizaron modernizaciones poéticas del Cantar de mio Cid, como las debidas a Pedro Salinas, Alfonso Reyes, Francisco López Estrada o Camilo José Cela.
Ilustración de
c.
1118 de un
armiger regis
en el
Libro de los testamentos
. Rodrigo Díaz entró a servir de muy joven en el séquito del aún infante
Sancho II de Castilla
y podría haber sido su armígero regio, que en esa época era un escudero protocolario que llevaba la espada y el escudo de su señor en actos solemnes. También se denominaba
spatharius regis
. De acuerdo con estas funciones está esta imagen de un
armiger regis
del
Liber testamentorum
. En dos diplomas de Alfonso VI de 1103 aparece designado el armígero como
arma gerens post regem
('el que lleva las armas tras el rey').
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De todos modos, no consta en la documentación de Sancho II ningún
armiger regis
, por lo que lo más probable es que el cargo estuviera vacante en su breve reinado.
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Batalla de Cuarte
, 21 de octubre de 1094. Los almorávides intentan recuperar Valencia, a la que sitian con cerca de 10 000 combatientes. El Cid decidió, transcurrida una semana de asedio, salir de noche por la puerta de Boatella del sur-sudoeste con el grueso de su mesnada y emboscarse a espaldas de la retaguardia enemiga y el Real almorávide al sur de Cuarte. Un segundo cuerpo de caballería poco numeroso salió al alba por la puerta de la Culebra y avanzó directamente hacia la vanguardia del enemigo, situada al este de Mislata, con el fin de provocar el avance de la caballería almorávide y emprender una rápida retirada que la atrajera hacia Valencia en una maniobra de distracción similar al
tornafuye
. Con ello se debilitó la cohesión de la formación musulmana que se extendía a lo largo de unos cinco kilómetros entre Cuarte y Valencia. A continuación el Campeador atacó la retaguardia almorávide, produjo la desbandada musulmana, tomó el Real y obtuvo una rápida victoria. Fue la primera derrota del
Imperio almorávide
ante un ejército cristiano.
Estatua de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Plaza de España, Valencia