El relieve del municipio es el propio de la comarca, una extensa llanura con algunas elevaciones, por donde discurren algunos arroyos y el río Guadarramilla.
El pueblo se alza a 587 metros sobre el nivel del mar.
Torre del Milano fue en su origen una torre aislada cuyo entorno se fue habitando entre finales del siglo XIV y principios del XV, dando lugar a una población fronteriza entre las jurisdicciones de Córdoba y del señorío de Santa Eufemia, cuyo titular Gonzalo Messía Carrillo II (III marqués de La Guardia) impuso el nombre de Torrefranca al barrio dependiente.
En el entorno del casco urbano se alzan ermitas, fechables en el siglo XVI.
Ha sido uno de los monumentos más desconocidos para la población hasta terminada su reforma y restauración.
El ejemplo más vistoso es, sin duda, la número 7 de la plaza Padres Redentoristas.