Esto ocurre porque muchos predadores intentan trepar o saltar sobre los lomos de sus presas, no sólo porque allí sus víctimas no pueden defenderse con mordidas o patadas, sino también porque desde esa posición tienen acceso al sector dorsal del cuello, lugar vulnerable de la presa pues en esa región se encuentran las vértebras cervicales, las cuales poseen foramenes transversos por donde pasan las vena y arteria vertebrales; un solo mordisco aplicado en ese sector es suficiente para terminar con la resistencia de su víctima.Este instinto natural es fundamentalmente el que el domador debe vencer para poder cabalgar sobre un equino.Históricamente, los caballos fueron domados para servir en la guerra, como tiro del arado en tareas agrícolas, como instrumento clave en el trabajo ganadero, para emplearlos en el deporte de carreras y en el transporte de personas o cargas.[4] Son múltiples los métodos que se pueden emplear para domar a un equino; la persona especializada en hacerlo es llamado: ‘‘domador’’.[5][6] La producción hormonal de los ejemplares machos no castrados —llamados por ello ‘‘enteros’’— los tiende a hacer más temperamentales, por lo que ante las dificultades que presenta su doma se prestan más a una técnica tradicional o gaucha.En este tipo de doma se busca ganar la confianza del equino, demostrándole al caballo que hay un entendimiento y estamos dispuestos a una comunicación.El animal domado que se consigue de esta manera no queda traumatizado, por lo que no suele mostrar actitudes temerosas; suele ser confiado y leal hacia su dueño, presentando un carácter manso y bonachón.
Una pintura de 1868 en donde se representa la doma de un burro.
Una doma gaucha.
El impacto que produce el espectáculo que ofrece una doma gaucha fue transformado en un deporte, denominado:
Jineteada gaucha
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La colocación de espejos en las paredes superiores del picadero da como resultado que el potro se tranquilice, al creerse dentro de una protectora manada, no sintiendo que se encuentra solo con su domador.